lunes, 9 de mayo de 2011

La historia de un río

Esta es la historia de un río que tiene las aguas más refrescantes que te puedas imaginar, cuando entras poco a poco sientes como sus aguas acarician tiernamente cada punto de tu ser, tú sigues avanzando al centro donde es un poco más profundo, las cálidas aguas te invitan a que te acomodes y la presión de la corriente la empiezas a sentir como el más fuerte y cálido de los abrazos que pudiste haber recibido, te relajas y empiezas a sentirte bien y con una calma absoluta.


Pasan minutos, y quieres pasar horas, pasan horas y quieres pasar días, pasan días y ya no sabes hasta cuando te quedarás, llega un punto que la calidez de este río te hace pensar que tienes la mayor seguridad a tu alcance.  De repente, la corriente se hace más fuerte como si el río no pudiera contener la emoción de tu visita, desafortunadamente el río no se da cuenta que con su corriente empieza a arrastar unas cuantas piedritas que empiezan a molestarte un poco, la corriente crece mucho más y la presión cálida como la del abrazo te empieza a apretar muy fuerte y ahogar un poco con las aguas que van creciendo, en ese momento te levantas y empiezas a tratar de salir de aquel río, las aguas se mueven mucho más rápido; pero pudiste salir antes que la corriente te arrastrara más.

Y aquí es donde te quedas, viendo la corriente ir más y más rápido, y te toca tomar una decisión, te quedas esperando a que las aguas se calmen y puedas volver a disfrutar de las cálidas aguas del río, o simplemente caminas a buscar otro lado donde te puedas relajar.  Las aguas se calman poco a poco, el río empieza a retomar su caudal, su frescura, calidez y belleza, cómo controlar las aguas para asegurarse que no se volverá a repetir?... Hay muchas formas de hacerlo, incluso el mismo río lo puede controlar, tú solamente te sientas y te quedas viendo como va mejorando la belleza de este río sin igual.

Todos somos como un río, cálidos y refrescantes a la vez, con momentos en que las aguas son tan intensas y muy difíciles de detener.  Quien no quisiera encontrar con un río que refresque el alma y revitalice el cuerpo.

Sigo sentado viendo un río, y también estoy controlando mi caudal...

0 comentarios:

Publicar un comentario

Comparte este blog

Twitter Facebook Delicious Digg Stumbleupon Favorites More